Hablar de La Rosa en la Nava es como
traer al presente imágenes de hace cincuenta años.- Era entonces cuando
llegaban al pueblo varias decenas de chavalas jóvenes de los pueblos cercanos
(Lietor, Peñas de San Pedro, aldeas de la zona de Hellín, etc.), todas ellas a
trabajar como "roseras" en la faena de las recogida y monda de la rosa del azafrán.-
Por
consiguiente será pensar en casi un baile cada día, en el bar de Indalecio, o
anteriormente en el de José.- Era tener un motivo para cada atardecer o cada
noche visitar a las casas de los cosecheros a visitar a las mozas locales o
forasteras, charlar de todo, chismorrear, sentarte con quien más o menos
congeniabas y hacerle una “panza”, como se denominaba el mondar rosas, extraer
el azafrán y amontonarlo en el plato.- Pero vayamos por partes.-
Se iniciaba la cosecha a partir de mediados
de octubre, aunque dependía del clima, ya que debido a humedades y temperaturas durante esas épocas, podía adelantarse o retrasarse.-
El azafranal presentaba una intensa
floración, a lo que se llamaba días de “manto”, y que duraba unos dos a seis
días, empezando a disminuir sucesivamente hasta terminar dicho período de floración. Normalmente, la
floración de un azafranal podía durar veinte días.
La recogida había que hacerla diariamente,
antes de que el sol calentase; por tanto, en las primeras horas de la mañana,
con lo que se evitaba el que las flores se marchitasen, dificultando su recolección y monda.
Durante los días de “manto” era
conveniente seguir la recolección aun después de la hora normal, ya que la flor
era retirada del terreno totalmente, pues si se dejaba se abría mucho, con lo
que se dificultaba más su recogida. En días nublados favorables para la
brotación de la rosa se podía prolongar también dicha recogida hasta que el sol
calentase algo la atmósfera.
Para recoger la rosa, se hacia una por una,
por el tallo, empleando la uña del dedo pulgar apoyado sobre el índice. Una vez
cortadas se echaban en cestas de esparto o mimbre, tratando de que las flores
se apretujaran lo menos posible.
Trasladada la rosa a la casa,
se procedía a su monda, o en caso de retrasarse unas horas, nunca se podían amontonar
las flores, pues se calentarían y perderían calidad, lo que perjudicaría al
azafrán. Las flores por tanto se extendían en capas, no muy gruesas, sobre
sacos, lonas o suelo firme.
MONDA
DE LA ROSA
Para mondar se coge la rosa con la mano
izquierda, y con la uña de su dedo pulgar se corta el “tubo” o “rabillo” de la
misma por debajo de las hojas, cogiendo
los pelillos de azafrán con los dedos de la mano derecha. No se cortarán los hilos demasiado altos,
ya que se separarían los tres, ni demasiado bajos, porque quedaría unido a
ellos una parte que afea el azafrán (llamados “pajitos” y que son amarillos),
sin que, por otra parte, aumente el peso del mismo.
TUESTE O SECADO DEL AZAFRÁN
Para esta operación los hilos sacados se
colocaban, en capas de unos dos centímetros, en cedazos de tela metálica fina o
tela de seda, poniéndolos sobre una estufa caliente, braseros, brasas de fuego
o rústicos fuegos caseros en las chimeneas de las casas.
El calor debía ser suave, para
que el azafrán no perdiese su aroma y quede bien seco. La temperatura de unos 35 ºC, de forma que los hilos se
tuesten pero no se quemen ni se disgreguen. Esta era otra de las premisas
esenciales para una buena comercialización del azafrán, que los hilos se hallen
unidos; ello reduce al mismo tiempo las posibilidades para la falsificación del
producto.
Una vez seco queda reducido su peso en
cuatro quintas partes, aproximadamente, por lo que cinco kilos de azafrán verde
dan uno de tostado. En cada gramo de azafrán seco entran hilos de nueve rosas,
representando, como es consiguiente, cada onza 5.194 flores. Una mujer, por muy
experta que sea, no monda al día más que de cinco onzas, necesitando para ello
que pasen por sus manos de 25.000 a 30.000 flores.
Antiguamente, era motivo de mucho trabajo en
casas particulares, de muchísimas vecinas que se sentaban para recolectar esta
preciada especie, y también era motivo para hablar de muchos y variados temas,
de contar historias en las interminables horas de monda o desbroce de tan
delicada flor.
El azafrán se cultiva en
terreno ligero y esponjoso evitando charcos y con un terreno que facilite
el drenaje de la humedad. Es una planta agradecida, ya que no necesita mucha
agua, puede crecer con lluvias que caigan en momentos concretos. Además,
resiste heladas y también días de calor; sin embargo, el crecimiento de la flor
es el que hace a esta planta delicada, al tener que ser recogida en
determinados días del año.
El cultivo de esta planta suele
durar de 3 a 4 años. En estos momentos no existe tanta tradición de cultivar
esta planta; sin embargo, en épocas no tan lejanas, cuando llegaban estas
fechas, se veía a toda una vecindad reuniéndose en la cocina de una de las
vecinas a mondar rosa de azafrán. Cuando llegaba el 4º año, se extraían los
bulbos (cebolla), se pelaba, seleccionando las mejores para próximas
plantaciones.
La monda del azafrán era labor es ardua. Familias enteras se
sentaban en la mesa. Este trabajo, principalmente, era de mujeres, dado que las
manos de ellas, al ser más finas, realizaban mejor este trabajo, pero también
colaboraban los hombres. Un trabajo como éste se solía comenzar al
mediodía y duraba hasta altas horas de la madrugada.
Las mujeres hablaban de muchos
temas sentadas mondando azafrán: del tiempo, de los maridos, de historias
antiguas, de cuentos, de chismes, de maridos... muchas de las mujeres de
nuestro pueblo recuerdan las maravillosas historias, cuentos y chistes que se
contaban con ese olor característico del azafrán.
Al final, y antes de dar paso
al tostado, se pesaba en pesos de precisión, con medidas en piezas especiales
de una onza, dos, etc., para conocer la
cantidad de azafrán recogido por las roseras, pues el trabajo normalmente era a
destajo, y luego el producto se guardaba en recipientes que protegían la
especia de la luz y de la humedad, o simplemente se envolvían en mantos o
sábanas y se guardaba en el arca o baúl.-
También se empleaba el sistema
de rento por los propietarios de terrenos, que se arrendaban a los agricultores
de La Nava, y que la forma de pago será mediante entrega de una a cinco, es decir, que de cada cinco onzas de azafrán
fresco recogido se debía entregar al propietario de terreno una onza como pago
de dicha arrendamiento.-
Bueno, y eso es todo por el momento.- Por supuesto que podríamos profundizar mucho más y contar asuntos muy particulares dentro de este tema , pero lo haremos más adelante de forma individualizada.
Un abrazo y hasta siempre.-
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