ESTAMPAS DE MI PUEBLO

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domingo, 28 de septiembre de 2014

LA ROSA DEL AZAFRÁN EN LA NAVA



     Hablar de La Rosa en la Nava es como traer al presente imágenes de hace cincuenta años.- Era entonces cuando llegaban al pueblo varias decenas de chavalas jóvenes de los pueblos cercanos (Lietor, Peñas de San Pedro, aldeas de la zona de Hellín, etc.), todas ellas a trabajar como "roseras" en la faena de las recogida y monda de la rosa del azafrán.-



    Por consiguiente será pensar en casi un baile cada día, en el bar de Indalecio, o anteriormente en el de José.- Era tener un motivo para cada atardecer o cada noche visitar a las casas de los cosecheros a visitar a las mozas locales o forasteras, charlar de todo, chismorrear, sentarte con quien más o menos congeniabas y hacerle una “panza”, como se denominaba el mondar rosas, extraer el azafrán y amontonarlo en el plato.- Pero vayamos por partes.-




    
 Se iniciaba la cosecha a partir de mediados de octubre, aunque dependía del clima, ya que debido a humedades y temperaturas durante esas épocas, podía adelantarse o retrasarse.-





   El azafranal presentaba una intensa floración, a lo que se llamaba días de “manto”, y que duraba unos dos a seis días, empezando a disminuir sucesivamente hasta terminar dicho  período de floración. Normalmente, la floración de un azafranal podía durar veinte días.





   La recogida había que hacerla diariamente, antes de que el sol calentase; por tanto, en las primeras horas de la mañana, con lo que se evitaba el que las flores se marchitasen,  dificultando  su recolección y monda.





      Durante los días de “manto” era conveniente seguir la recolección aun después de la hora normal, ya que la flor era retirada del terreno totalmente, pues si se dejaba se abría mucho, con lo que se dificultaba más su recogida. En días nublados favorables para la brotación de la rosa se podía prolongar también dicha recogida hasta que el sol calentase algo la atmósfera.





    Para recoger la rosa, se hacia una por una, por el tallo, empleando la uña del dedo pulgar apoyado sobre el índice. Una vez cortadas se echaban en cestas de esparto o mimbre, tratando de que las flores se apretujaran lo menos posible.





      Trasladada la rosa a la casa, se procedía a su monda, o en caso de retrasarse unas horas, nunca se podían amontonar las flores, pues se calentarían y perderían calidad, lo que perjudicaría al azafrán. Las flores por tanto se extendían en capas, no muy gruesas, sobre sacos, lonas o suelo firme.


MONDA DE LA ROSA

       Para mondar se coge la rosa con la mano izquierda, y con la uña de su dedo pulgar se corta el “tubo” o “rabillo” de la misma por debajo de las hojas,  cogiendo los pelillos de azafrán con los dedos de la mano derecha.    No se cortarán los hilos demasiado altos, ya que se separarían los tres, ni demasiado bajos, porque quedaría unido a ellos una parte que afea el azafrán (llamados “pajitos” y que son amarillos), sin que, por otra parte, aumente el peso del mismo.





TUESTE O SECADO DEL AZAFRÁN

      Para esta operación los hilos sacados se colocaban, en capas de unos dos centímetros, en cedazos de tela metálica fina o tela de seda, poniéndolos sobre una estufa caliente, braseros, brasas de fuego o rústicos fuegos caseros en las chimeneas de las casas.




       El calor debía ser suave, para que el azafrán no perdiese su aroma y quede bien seco. La temperatura  de unos 35 ºC, de forma que los hilos se tuesten pero no se quemen ni se disgreguen.  Esta era otra de las premisas esenciales para una buena comercialización del azafrán, que los hilos se hallen unidos; ello reduce al mismo tiempo las posibilidades para la falsificación del producto.






    Una vez seco queda reducido su peso en cuatro quintas partes, aproximadamente, por lo que cinco kilos de azafrán verde dan uno de tostado. En cada gramo de azafrán seco entran hilos de nueve rosas, representando, como es consiguiente, cada onza 5.194 flores. Una mujer, por muy experta que sea, no monda al día más que de cinco onzas, necesitando para ello que pasen por sus manos de 25.000 a 30.000 flores.






      Antiguamente, era motivo de mucho trabajo en casas particulares, de muchísimas vecinas que se sentaban para recolectar esta preciada especie, y también era motivo para hablar de muchos y variados temas, de contar historias en las interminables horas de monda o desbroce de tan delicada flor.





      El azafrán se cultiva en terreno ligero y esponjoso evitando charcos y con un terreno que facilite el drenaje de la humedad. Es una planta agradecida, ya que no necesita mucha agua, puede crecer con lluvias que caigan en momentos concretos. Además, resiste heladas y también días de calor; sin embargo, el crecimiento de la flor es el que hace a esta planta delicada, al tener que ser recogida en determinados días del año.



    
  El cultivo de esta planta suele durar de 3 a 4 años. En estos momentos no existe tanta tradición de cultivar esta planta; sin embargo, en épocas no tan lejanas, cuando llegaban estas fechas, se veía a toda una vecindad reuniéndose en la cocina de una de las vecinas a mondar rosa de azafrán. Cuando llegaba el 4º año, se extraían los bulbos (cebolla), se pelaba, seleccionando las mejores para próximas plantaciones.





   La monda del azafrán  era labor es ardua. Familias enteras se sentaban en la mesa. Este trabajo, principalmente, era de mujeres, dado que las manos de ellas, al ser más finas, realizaban mejor este trabajo, pero también colaboraban los hombres. Un trabajo como éste se solía comenzar al mediodía y duraba hasta altas horas de la madrugada. 




      Las mujeres hablaban de muchos temas sentadas mondando azafrán: del tiempo, de los maridos, de historias antiguas, de cuentos, de chismes, de maridos... muchas de las mujeres de nuestro pueblo recuerdan las maravillosas historias, cuentos y chistes que se contaban con ese olor característico del azafrán.



    Al final, y antes de dar paso al tostado, se pesaba en pesos de precisión, con medidas en piezas especiales de una onza, dos, etc.,  para conocer la cantidad de azafrán recogido por las roseras, pues el trabajo normalmente era a destajo, y luego el producto se guardaba en recipientes que protegían la especia de la luz y de la humedad, o simplemente se envolvían en mantos o sábanas y se guardaba en el arca o baúl.-





   También se empleaba el sistema de rento por los propietarios de terrenos, que se arrendaban a los agricultores de La Nava, y que la forma de pago será mediante entrega de una a cinco,  es decir, que de cada cinco onzas de azafrán fresco recogido se debía entregar al propietario de terreno una onza como pago de dicha arrendamiento.-

     Bueno, y eso es todo por el  momento.- Por supuesto que podríamos profundizar mucho más y contar asuntos muy particulares dentro de este tema , pero lo haremos más adelante de forma individualizada.

      Un abrazo y hasta siempre.-
























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