Entre los recuerdos de mi infancia se
encuentra la vendimia, como no podía ser de otro modo.-
Era una de las pocas ocasiones en que las
chicas y mujeres participaban en las labores del campo.
La vendimia era uno de los acontecimientos
ligados a la agricultura, más festivos y alegres
Frecuentemente, con un tiempo agradable,
pandillas de chicos y chicas conviviendo y trabajando juntos, cosa poco
habitual en esa época, con un trabajo que no requería gran concentración mental
y, por tanto, permitía hablar y cantar
mientras se realizaba,… pues eso, que ir a vendimiar no era lo peor que te
podía ocurrir. Más de un noviazgo surgió de la vendimia y también más de una
ruptura.
Por otra parte era una ocasión para ganar
algo de dinero extra en poco tiempo, con la implicación de buena parte de la
familia, que reforzaba la economía familiar. De hecho muchas bodas se
celebraban después de la vendimia, muchas compras e inversiones se posponían
también a este acontecimiento.
En fin que tras la vendimia se vivía en el
pueblo una etapa en la que se gastaba con más alegría.
Eso no quita para que la vendimia fuese un
trabajo duro, horario amplio, de la mañana a la noche, dormir con frecuencia en
el aza, es decir a pie de viña, sobre sacas de paja y prácticamente vestido.-
Los desplazamientos en carro o galera,
vehículos incómodos donde los haya, todo el día agachado sobre las cepas o
tirando de la espuerta llena de uvas, de vez en cuando sufriendo el pinchazo de
un cardo que estaba liado a las pámpanas o el picotazo de una avispa procedente
de un avispero que habían hecho en la cabeza de la cepa…
Por otra parte, La Nava cambiaba su aspecto. Por todos sitios olía a
mosto, procedente de las muchas bodegas familiares que había y de las galeras y
carros que se movían de un lado a otro transportando las uvas.
La preparación de la vendimia empezaba a
principios de Septiembre, después de la Feria.
A lo largo de Septiembre había que buscar y
apalabrar, a los vendimiadores, se decía “hacer la cuadrilla”, normalmente sin
compromiso económico, pues dependía de lo que, después, unos y otros pagasen y
de a cómo se cobrase la uva que se vendía.
Los
vendimiadores eran, en parte, gente del pueblo, pero, como hacía falta mucho
personal, también venían de fuera.
Las cuadrillas se medían en “espuertas” o
sea por parejas, así, una cuadrilla de 5 espuertas significaba 10
vendimiadores. El motivo es evidente, cada pareja llevaba una espuerta, cada
componente agarraba un asa y entre los dos la transportaban.
No podía ser un número impar. Cada espuerta
se hacía cargo de 2 hilos contiguos, uno iba de cepa en cepa por un hilo y el
otro por el otro, con la espuerta en medio. Todo esto justificaba esa unidad de
medida que era “la espuerta”.
Los vendimiadores vestían con la ropa usada
que hubiera por casa, tampoco era cuestión de ponerse de tiros largos para ir a
vendimiar. Se ponían pantalón, casi siempre de pana, entonces no había vaqueros
ni monos o buzos como hoy, camisa o blusa, botas o abarcas, pañuelo o
sombrero,…
Las mujeres, por comodidad y recato,
también vestían pantalón (con tanto agacharse se podía llegar a “enseñar” más
de lo que las normas de la época consideraban prudente), no obstante, encima
del pantalón se ponían falda, no debía ser fácil para ellas renunciar e a esta
prenda femenina.
Las
comidas eran las típicas del campo, gachas, pisto, migas, judías, mojete, ajo
de patatas, sardinas de cuba, tocino…
Preparada la comida se avisaba a la
cuadrilla, se paraba el trabajo, y se comía en corro, todos juntos, mojando del
mismo perol o sartén. Los guisos que se
hacían y el “protocolo” que se seguía (cucharada y paso atrás) en la “mesa”.
El fin de la vendimia se celebraba a lo grande,
después de cobrar, con una comilona pagada por el propietario de las fincas.
Habitualmente se comía caldereta de cordero, con el vino que hiciera falta,
café de puchero, anís y coñac (léase brandy)
En
primer lugar había que decidir la secuencia en que se iba a realizar la
vendimia, por qué viña empezar y qué orden seguir. La decisión la tomaba el
propietario, que aportaba su conocimiento más detallado de la situación de cada
parcela, grado de madurez, riesgo de que se pudriera, estado de los caminos
etc.
Decidido esto se fijaba el día de comienzo
y… ¡allá se iba!. Por
término medio una cepa podía tener hasta 3 Kg de uva y una galera cargaba del
orden de 1.000 Kg.
La galera entraba en la viña e iba
recorriendo un sendero entre dos hilos, a ser posible de los más largos de la
viña, de forma que los vendimiadores la tuviesen siempre cerca, para tardar
poco en descargar las espuertas llenas.
Los hilos se recorrían en dirección
perpendicular al sendero por el que iba la galera. Cada pareja se hacía cargo
de dos hilos y cada componente de la misma recogía un hilo. La espuerta se
ponía en el centro, para que cada uno fuera echando en ella las uvas que cogía.
Las espuertas y seras eran de esparto,
pero poco a poco, tanto por el precio como por la duración se fueron cambiando
por las de goma. Se empezaba a vendimiar temprano, aunque en esas fechas, como
los días ya iban bajando, no era antes de las 8. De mañana solía hacer fresco y
había que abrigarse, pero conforme iba entrando el día y el sol apretaba, unido
al esfuerzo físico que se desarrollaba, empezaba a sobrar ropa y se acababa de
manga corta.
Se hacía un alto para almorzar, desayuno
fuerte, y otro para comer, éste iba seguido de un rato de descanso, aprovechado
para tumbarse y dormitar un rato o pasear para estirar las piernas o hablar de
las mil y una circunstancias del día.
La
herramienta utilizada era la navaja. Pero principalmente existía una herramienta,
una especie hoz pequeñita, afilada y con una curvatura muy acentuada, se
llamaba “oncete”.-
La uva se llevaba de la viña al pueblo en
galeras o carros, Como ya se ha dicho las galeras se revestían interiormente
con una lona para que no se derramase el mosto y se cargaban hasta arriba, para
optimizar los viajes.
Dependiendo de la distancia de la viña al
pueblo y del número de espuertas que componían la cuadrilla se hacían del orden
de 2 ó 3 viajes al día.
Los viajes eran lentos porque, como iban
muy cargadas, las mulas caminaban despacio.
Los mayores problemas surgían cuando llovía
y los caminos se embarraban, entonces aun pesaban más las galeras y, en muchas
ocasiones, se quedaban atascadas y las mulas no podían con ellas
De vez en cuando también ocurría que una
galera se averiaba, dado el enorme esfuerzo al que se las sometía, y había que
ir a buscar a un carretero o herrero, “Lañas” o “Joaquinete”, eran los encargados para que le hiciera una
reparación de urgencia y poder llegar al pueblo.
En el campo no podía quedar nada, todo se
aprovechaba. Por eso cuando los vendimiadores ya habían recorrido una viña,
volvían a ella otros personajes, esta vez trabajando por su cuenta, no habían
sido contratados por nadie, que eran los “rebuscadores”.
Su trabajo consistía en “rebuscar” uvas,
esto es, repasar las cepas e ir recogiendo los racimos o grumos que se habían
dejado los vendimiadores. Como esta tarea se hacía ya bien entrado octubre e
incluso en noviembre, las uvas, si no se habían podrido, que es el riesgo que
corrían, estaban muy maduras, por lo que el grado de azucares era muy alto,
consiguiendo por ello un buen precio en la venta a las bodegas.
Salían
a la rebusca temprano, para aprovechar bien el día, acompañados de burros
preparados con grandes “aguarones”, en los que cargar el producto de su
trabajo, y volvían a la tarde, antes de que cerraran las bodegas, ya que ellos
no tenían capacidad alguna de almacenamiento.
La Bodega.-La finalidad de toda la
labor de cultivo y recolección de la vid, que hemos ido viendo anteriormente, era
hacer el vino, y eso se conseguía en la bodega. El destino final de las galeras
que antes hemos dejado de camino al pueblo con sus lonas repletas de las uvas
que habían ido depositando los vendimiadores, era llegar a las bodegas y
descargarlas, para que allí, los operarios dedicados a ello, las tomasen a su
cargo y las sometieran a los procesos adecuados para obtener el vino.
El
trabajo en las bodegas lo desarrollaban, con frecuencia, los peones,
trabajadores del campo que durante el año, bajo la dirección del propietario,
se habían dedicado, principalmente, al cultivo de la vid.
No obstante, como normalmente hacía falta
más personal, se recurría a contratar operarios para que colaborasen también en
este trabajo. Genéricamente a todos los que trabajaban en la bodega se les
llamaba “pisadores” (coloquialmente “pisaores”), aunque la extracción del mosto
de la uva ya no se hacía pisándola, sino mediante prensas, pero la costumbre
hacía que se mantuviese esta denominación.
La vestimenta de los “pisaores” era la
típica, pantalón de pana negro, camisa
azul marino, blusa, y pañuelo y boina negra en la cabeza. Tan solo hay que
señalar que en el jaraíz estaban siempre descalzos, salvo durante la descarga
de las galeras que se ponían botas de goma. En el resto de los trabajos, en la
zona de tinajas y el pozo del orujo, solían llevar sandalias o albarcas.
El primer paso que daban las galeras cuando
llegaban al pueblo, sobre todo si la uva que transportaban iba a ser vendida,
era llegar a la bodega de los grandes propietarios, Godofredo el Molinero, Don
Mateo Sánchez, o Julián, La Rogelia, y otros, y a continuación iniciar la
ceremonia del pesaje.-
Además de estas bodegas principales,
existían una infinidad de ellas de tipo familiar o privado.- En una habitación
o estancia en el corral, o pegando a la cuadra, se preparaba convenientemente,
enterrando en el suelo una tinaja, haciendo una especia de “atroje” para pisar
la uva, colocar una pequeña prensa, una bomba, y para almacenar dos o tres
tinajas.-
Aunque más adelante detallaremos en qué
consiste cada proceso y para qué se usa cada elemento, vamos ahora a echar un
vistazo general a una bodega, con el fin de poder entender los términos y
situación de las diferentes máquinas o herramientas que allí había.
La desgranadora es una máquina de una
sencillez rotunda. Está constituida simplemente por unos cilindros o rodillos
asurcados, que se mueven haciendo girar dos ruedas o volantes laterales,
provistos de un mango. La uva se introducía por la parte delantera superior y
salía, ya estrujada, por la parte trasera inferior.
Dispone de tres o cuatro rodillos entre los
cuales van pasando las uvas. En los “estrechamientos”, o tangencias entre
rodillos, se produce el estrujado. En la de tres rodillos hay dos
estrechamientos y en la de cuatro tres. Obviamente en esta última se consigue
mejor nivel de estrujado que en la primera, aunque, en contrapartida, cuesta más moverla.
La Prensa.-Es la máquina fundamental de la
bodega. Su misión es estrujar los racimos, ya rotos por la desgranadora, para
sacarles todo el mosto que contengan. Dispone de un contenedor cilíndrico,
llamado “tenedor”, con paredes constituidas por largueros de madera, entre los
cuales hay espacios para que el mosto pueda chorrear.
Este contenedor, para facilitar la descarga
de la prensa, está partido en dos semicilindros, unidos por chavetas, quitando
las cuales se desarma y se tiene más
fácil el acceso al interior.
En la parte inferior hay un canalillo, con
una embocadura por la que cae al suelo el mosto, que después se desliza hacia
el sumidero y acaba en la pileta.
En la parte superior dispone de una plancha
que va descendiendo poco a poco estrujando los racimos. Esta plancha es la
parte inferior de un dispositivo llamado “campana” por su forma, por cuyo
centro pasa un eje, llamado “husillo”, que va fijado a la parte inferior de la
prensa, provisto de una rosca sobre la cual va descendiendo la campana.
La rosca solo llega hasta la mitad del
husillo, ya que la campana, a esa altura, se supone que ya ha prensado
completamente la casca y no baja más. Este descenso se produce por la acción de
una palanca o barrón (aumentativo de barra) que hace girar una pieza enroscada
al eje antes citado, que, a su vez, presiona sobre la parte superior de la
campana, haciéndola descender. La palanca es movida por los “pisaores”.
Creo que con esta descripción queda
suficientemente documentada la vendimia, que es la parte de tarea en el campo
que hoy nos ocupa.- Todo lo demás hasta llegar a término la elaboración del
vino, y también la elaboración del alcohol, con todos sus detalles y usos, (me
acuerdo cuando recogíamos el “chispe” que usábamos para calentar la estufa o como
alimento del ganao), labores que se hacía en la “CALDERA” de Godofredo el
“Molinero”, y que en otro momento relataremos.-
Espero haberles entretenido un rato más.-
Un abrazo.-
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