ESTAMPAS DE MI PUEBLO

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sábado, 13 de septiembre de 2014

Historias de novios y bodas de antes. “La Navabajo”



Historias de novios y bodas de antes

“La Navabajo”

 

    Hace veinticinco o treinta años que María Rosa Candel Tárraga y otros compañeros suyos participantes del Seminario de Etnología y Folklore de la Universidad Popular de Albacete, realizaron un estudio sociológico cuyo objeto era conocer las costumbres, ritos y tradiciones de principios del siglo XX en torno al prenoviazgo, noviez y boda en la provincia de Albacete.

   Se realizaron encuestas y entrevistas directas en muchos pueblos, entre ellos en nuestra querida Nava de Abajo.

   Bien, pues este trabajo, de extraordinario científico e histórico, me ha servido como base para fundirlo con recuerdos y leyendas por mi conocidas y rememoradas. Su resultado voy darlo a conocer todos mis convecinos y coetáneos.

  Antes de entrar en detalles es conveniente pediros un importante ejercicio imaginativo y así poder situarnos en los momentos en los que se pudieron desarrollar los hechos que se narran.

Prenoviazgo


      La Nava de Abajo, en la primera mitad del siglo XX, era una aldea, más o menos de cien familias, casi todos dedicados a la agricultura, y según mis notas, a pesar de existir tres o cuatro terratenientes que lideraban la oligarquía, sobre todo en las aldeas o caseríos de los alrededores, Las Judarras,( divididas en tres Grupos, y con familias muy conocidas en la zona –Los Parrancanos, los Peruses, Ventiscas, Juan Francisco, Emiliano, etc. etc…, la Garganta, el Pozo-La Higuera , el Rincón del Moro, El Carrascal, La Casa de la Niña, el Rinconcico, y muchos más que no enumero por abreviar.



    Estos denominados “Señoritos”, ( D.Mateo Sánchez, Don Francisco Rengel, Don Amaro del Castillo, los Aquilares, Don Mario Huerta, etc.), solían dar tierras a “rento”, además de puestos de trabajo fijos, como muleros, pastores, gorrineros…., Otro de los atractivos de aquella época, es que alguno de ellos, con sus familias, solían pasar el verano en las casa solariegas que tenían en la Nava, o en las fincas de las que eran propietarios.




    Bien todo ello, aumentado por una buena distribución de la pequeña propiedad, muy repartida en los aledaños del pueblo, permitía que la mayoría de sus habitantes cumplieran con lo sustancialmente necesario para no pasar “calamidades”, eso sí, con las correspondientes dificultades y sacrificios.

    Así en los años cincuenta, justo antes de iniciarse el periodo de la emigración (nacional), a las zonas de Levante, Baleares y Cataluña, en la Nava se llegó a superar la cifra de 2.ooo habitantes, con un repleto conglomerado de familias, que daba luz y color e la vida rural y a la convivencia vecinal. Ya a partir de los sesenta comienza a despoblarse por el exilio voluntario en busca de mejores condiciones de subsistencia.-





    Ahí es donde empieza, más o menos mi relato, con el antes denominado: Prenoviazgo.- En esta fase las “pretendidas”, (las solicitadas), adoptaban un papel pasivo, era el hombre quién iniciaba la ronda, la moza no podía tomar la iniciativa. Él cortejaba y rondaba a la moza con el fin de entablar relaciones. Ella se limitaba a sonreír o a cruzar miradas, en todo caso o incluso reaccionando de forma hostil ante las insinuaciones. Para ella era muy importante mostrarse inexpugnable con el fin de que el mozo pensara que no era mujer “fácil” y de esta manera acrecentar el interés, Si quería conquistarla tenía que emplearse a fondo.




      En Albacete, donde yo viví mis dieciocho, se paseaba por calle Ancha (antiguamente El Val General), cada sexo por una acera de la calle y algunos deseando que la calle terminara para, al dar la vuelta, poder saludar a la moza elegida; algunas mirando de reojo al chico que les gustaba cuando se cruzaban con él. Esta fase era más o menos larga, dependiendo del arrojo del chico para acercarse a la chica. 

    Los piropos, frases dirigidas a alabar a las mozas, eran corrientes en aquella época, helos aquí: 

    “Tienes una cara que parece una manzanita sanjuanera”

    Decía el mozo:¡Fea! y respondía la moza: un guapo me desea y un tonto como tú no me torea.




      
     En los pueblos era la “mandaera”, que era una especie de Celestina o “alcahueta” pagada por el novio, quien concertaba las citas. Me viene a la memoria el caso de una conocida mía cuyo nombre no voy a publicar por motivos obvios, que tras ser “pretendida” en un baile de Navidad por un buen mozo del pueblo, al ser acompañada hasta la puerta de su casa, justo en la esquina anterior, se desarrolla entre ellos el siguiente diálogo:

- Bueno (le dice el mozo), entonces ¿Qué contestas a mi proposición?.-

- Ella, despacio y en voz baja responde: la verdad es que tengo de meditarlo y consultarlo con la almohada.

- Entonces, el mozo, de forma contundente le indica: Pues ná, con lo que pienses me mandas a decir con tu “hermanico”

      Hasta ese punto se usa el “mandaero”.-



     Otras veces, el mozo cortaba una porra (trozo de madera) y al atardecer la dejaba en la puerta de la casa de la moza que pretendía, diciendo:-porra en casa, ¿casa o no casa? Si ella lo quería recogía la porra y la pasaba dentro, sino a la mañana siguiente era él quien retiraba la porra.

     También el muchacho tiraba una panocha (mazorca de maíz) en la entrada de la casa de la moza y decía:- ¿zuro dentro o zuro fuera?El mozo daba el primer paso y la moza le facilitaba el camino o no, ambos actuaban de manera simbólica.En este pueblo se decía que el mozo quería “cavarle las habas” a la moza cuando la pretendía.




      Estas dos maneras de cortejar, tienen que ver con la ostentación de la virilidad y como consecuencia de la fecundidad del varón por medio de la utilización de un símbolo fálico.

     Sólo las mujeres de buena posición podían ser rondadas en la ventana:

Quítate de la ventana 

No me seas ventanera 

Que de las que hay en ventana 

De ciento sale una buena



   
     Las mozas, una vez que habían acabado las tareas de la casa, se arreglaban e iban a por agua al pozo Rubio de la placeta. El trayecto era aprovechado por los mozos para rondarlas, se iniciaba el galanteo y ellos las acompañaban hasta la puerta de la casa; si al llegar la moza regaba la puerta era que aceptaba ser rondada ya que de esta forma tenía una excusa para volver a por más agua. 

    Los trabajos agrícolas ofrecían posibilidades de encuentro entre ambos sexos: siega, vendimia, la recogida y monda de la rosa del azafrán, el maíz…eran ocasiones de intercambios más abiertos y descarados, potenciados por los mayores que se divertían a su costa contando chistes, adivinanzas, cuentos… utilizando en todo ello un lenguaje picante.

 


El “efarfolle”, acto de quitar las hojas o farfolla a las “panochas” (mazorcas), era ocasión para realizar algunas prácticas como: si el mozo encontraba un grano rojo podía pellizcar a la moza que quisiera. Si encontraba uno negro podía besarla. Existía, por tanto, una relación entre el color de los granos y las manifestaciones afectivas, estableciéndose un juego que inocente o “picante” daba lugar al enamoramiento.


                      

    Primero pelando cebolla para el “zafranar”, y luego en otoño para la “rosa”, también era costumbre que los mozos visitaran a las “roseras” (jóvenes contratadas temporalmente para mondar y elaborar el azafrán (oro de la mancha), y ayudarles cada cual a su más o menos elegida, 


en lo que se denominaba “hacerle una panza“ (o lo que es lo mismo aumentarle el montón de su plato).- Ah, no olvidemos que estaba permitido echar cuentos y chistes, cuanto más atrevidos, mejor.




     Todo esto, amenizaba las tareas agrícolas, que casi siempre terminaban en baile. 


        


    Las fiestas patronales, cruces de mayo, bodas y jiras (excursiones con merienda en el campo) representaban otra forma de acercamiento ya que, generalmente, solían acabar con baile y serenata.

   Allá va una:
Tranquila duerme la aldea 

Bajo la luz de la luna 

Que a todos soñar nos hace 

Con amor y con fortuna. 

Porque me hace recordar 

Tiempos que fueron de amar 

Que no volveré a sentir. 

Por eso mi corazón, 

Al escuchar la canción 

Se desprende del sufrir. 

¡Ay Colombina, Colombina! 

Niña gentil de ojos de cielo 

Debes en guardia colocarte 

Pues pueden darte cualquier camelo. 

Entre mis brazos al arrullo 

De mi cantar embriagador 

Te haré sentir las venturosas 

Horas de sueño, que da el amor. 

Un joven enmascarado 

Viene a lograr tus favores 

Cantando su serenata 

Ante mi reja de flores 

Y gracias al antifaz 

No es posible averiguar 

Hasta que no llegue el fin 

Si el hombre que jura amor 

Es Pierrot o es Arlequín. 

¡Ay Colombina, Colombina! 

Recuerda el tiempo que pasaron 

En tu ventana esas canciones, 

Llenas de amores también sonaron. 

Deja la pena, ríe alegre 

Mi serenata al escuchar 

Abre tu reja y recordemos 

Tiempos felices, horas de amar. 



    La noche de San Juan, noche mágica por excelencia, era aprovechada por las muchachas para adivinar el nombre del que iba a ser su marido.

                               



     Las mozas de Nava de Abajo, arrojaban siete “granicos” de trigo en la puerta de la casa, a la mañana siguiente salían a barrerlos y el nombre del primer hombre que las saludara sería el mismo que el de su futuro marido.

         

     Ponían, también, debajo de la almohada un haba con siete “granicos” con el fin de soñar con el que sería su novio. Otra costumbre era que las mozas se colocaban desnudas delante de un espejo, iluminadas tan sólo por la luz de una vela; si se reflejaban en él vestidas de novia es que se casarían y si veían un ataúd es que morirían antes de casarse.

                    


      En muchos pueblos, en esta noche, los mozos recorrían el pueblo escribiendo coplas y rimas en las fachadas de sus pretendidas:

Te voy escribiendo a oscuras 

Yo no sé cómo saldrá 

Para decirte ¡Te quiero! 

No hace falta claridad. 

Eché a rodar un limón, 

En tu puerta se paró 

Hasta los limones saben 

Que nos queremos tú y yo. 

Desde que te vi, morena, 

Estoy perdiendo las carnes 

Porque tienes unos ojos 

Como la Virgen del Carmen. 


    A las más ariscas les ponían huesos de animales muertos, pero si la moza tenía novio, él mismo vigilaba durante la noche para que no se los colgaran.

Noviazgo

     La fase del noviazgo era el periodo más o menos largo en el que iban preparando la boda. La duración de este periodo dependía de la situación económica, social y familiar pero también de otras cuestiones, como de que el novio hubiera terminado la mili, ya que hasta que el novio no estaba “licenciado” no se casaban.

                         

      El novio pedía “paso” o pedía la “entrada” a los padres de la novia y, de esta manera, podía permanecer en la casa; aunque siempre acompañados por algún familiar de la novia. Esta persona ejercía labores de vigilancia para evitar que el novio se “sobrepasase” con la novia.

                      

      En los distintos lugares se llamaba a esta persona: cesto o carabina. Durante el periodo de noviez, la novia no pasaba por delante de la puerta de la casa del novio, pareciese que le daba vergüenza que la viesen los suegros futuros.

                           


     Las manifestaciones eróticas eran mal vistas por la sociedad. La virginidad era lo más valorado de las mujeres, había que conservarla hasta el matrimonio y la mujer debía luchar contra los ímpetus amorosos de su novio y contra su propio deseo. De todas maneras sabían burlan la vigilancia con mucho ingenio para poder permitirse algún desliz.

                             

¿Te acuerdas cuando me dabas

Caramelos con los labios?

Y yo como era celoso

Me los comí sin reparos.

Por un besito ni dos,

Echa penitencia el cura

Pero pasando de dos:

La penitencia es segura.

Por un besito ni dos,

Ni tres, ni cuatro, ni ciento,

Las damas no pierden nada

Y el galán se va contento.



   Esta última copla más atrevida da a entender que sólo los hombres disfrutaban con las manifestaciones eróticas. No hubiera sido decente que la mujer sintiese placer.

                           

     La novia estaba preparada para el matrimonio si era hacendosa y limpia, eran las tareas que después tendría que desarrollar durante toda su vida. Además de las tareas del campo, debía saber preparar alimentos: hacer conservas, arreglar olivas y otros alimentos, hacer pan… hacer labores como bordar, coser, hacer jerséis…y aún así…



Llevas tu ropica al río

Todos los días a lavar

¿Eres muy puerca o muy limpia?

Eso me da que pensar.


       En esta fase tan cercana a la boda, la mujer preparaba “el ajuar” que llevaba confeccionando durante mucho tiempo, desde que era prácticamente una niña. El ajuar dependía de la situación económica de la familia pero no importaba hacer sacrificios para que la novia llevase; sábanas, enaguas, camisas, chambras, “tendios “ (telas de lana para cubrir los tableros del pan)…

                        

     El novio generalmente llevaba de ajuar: camisas, calzones, pelliza, capote…Al hombre se le pedía que fuera trabajador y no tuviera vicios, aunque si los tenía la novia debía soportarlos con resignación, podía ser peor que rompiera relaciones porque podía quedar marcada para siempre con la duda de que la hubieran estrenado y pocos hombres se atrevían a mantener relaciones con una mujer que había tenido un novio antes que él.

      Si había oposición por parte de los padres de la novia, la encerraban y le pegaban. El novio tenía la opción de depositar a la moza en una casa de confianza durante tres meses, pagando los mantenimientos Transcurrido este tiempo se casaban o se “juntaban”.





     Si el novio era forastero debía pagar a los mozos del lugar, la “”patente” o “el piso”, esto era como compensación a haberse “llevado” una moza del lugar. Si no la pagaba podía ser arrojado al pilón del agua…De aquí se desprende el sesgo machista ya que consideraban las mozas casaderas como pertenecientes a los mozos del lugar, pero esto no es equiparable con las mozas, es decir, esta costumbre no se produce con las novias.

    La fase del noviazgo se cerraba con la “Pedimenta”. El novio y los padres de éste iban a la casa de la novia para pedir la mano y fijar todo lo relacionado con la boda: fecha, padrinos, dote…

                 

    La Pedimenta se realizaba el día que se hacia la primera amonestación (La iglesia católica publicaba que querían contraer matrimonio por si alguien conocía algún impedimento).En esta fiesta las familias se intercambiaban regalos y a la novia le echaban monedas en el “halda”.

    Las amonestaciones eran tres, se decían en tres días de precepto consecutivos; y las decía el cura si los novios eran de clase social más elevada o el sacristán desde el coro, si los novios eran de clase más baja.

                 


     En algunos lugares la novia no salía de su casa durante las amonestaciones. Los novios así como los familiares no escuchaban las amonestaciones porque podía traer mala suerte.

                              

    “La Hijuela” era el escrito donde se reflejaba lo que los padres daban a sus hijos en el momento de casarse. Entre los bienes estaban muebles, aperos de labranza…En nuestra provincia los novios aportaban la alcoba, generalmente, y las novias lo referente a la cocina y la ropa de casa.

Boda


     El día anterior a la boda, si el novio pertenecía a familia pudiente, invitaba en el “Casino” a todos sus amigos a una buena cuerva, con melocotón, manzana y garbanzos “torraos”, fiesta que terminaba cuando todos estaban completamente borrachos.



     La ceremonia de la boda comenzaba, cuando la familia del novio, y este con todos sus invitados, iba a la casa de la novia, en la que ya se encontraban su cortejo, y posteriormente toda la comitiva, encabezada por la contrayente y su padrino (generalmente su padre), seguida por el novio y su madrina (también generalmente su madre) se dirigía a la iglesia.




    Con respecto al color del traje de la novia, durante mucho tiempo se alternó el color blanco con el negro. Una misma familia que tenía varias hijas, y unas se casaron con traje blanco y otras con negro, aunque nunca buscaban la explicación en los largos lutos que llevaban las mujeres.


                             


    En general, el traje que usaba el novio era negro y el de la novia era blanco. El vestido de la novia consistía en: traje negro, mantilla y peineta. Era un orgullo para la novia llevar el ramo ya que mostraba que su virginidad estaba intacta, y eso era muy importante de cara a la galería. Sin embargo esto no era importante en los hombres:El que la ha corrido de joven, no la corre de viejo,se decía


                        


    Pero nunca al contrario porque, incluso, cuando una mujer había tenido novio y había roto la relación era muy difícil para ésta volver a tener pareja, se sospechaba que no sería virgen y ya carecía de interés para los hombres.

    Una vez casados se celebraba una fiesta que duraba un día. Por supuesto no había fiesta sin comida y la primera consistía en chocolate con magdalenas, soletillas, bizcochos, churros… Después la comida de mediodía solía ser cordero, conejo gallina, sopa de boda… por la noche solían hacer guisado de carne, arroz con pollo….Todas las comidas eran acompañadas con vino de la tierra, cuerva zurracapote…

                   

    Terminaba la noche con baile. En las épocas más antiguas se danzaban seguidillas, manchegas, malagueñas, mazurcas, polcas, pasodobles…Aquí las novias más pudientes se habían quitado el traje de boda para ponerse el de “tornaboda”.

     En muchos pueblos la novia no podía hacer su cama en la noche de bodas ya que consideraban que traería mala suerte, la preparaba la madrina o las amigas.






    Era corriente que al hacerles la cama se les gastara alguna broma, en Valdeganga se les ponía campanillas y por la noche iban a escucharlas.

   Si uno de los contrayentes era viudo o viuda se les daba la “cencerrá”. fiesta sonora y hasta un punto “grosera”, que irritaba a los contrayentes, pero la cual soportaban encerrados en su casa y con las luces apagadas.-



 
   Tampoco podemos olvidar que las clases muy humildes, por carecer de medios renunciaban al boato de todas estas ceremonias, y realizaban su boda “juntándose” o “arrejuntándose”, acto al que daban publica notoriedad, y que era aceptado de buen agrado por todo el mundo.-

   También había bodas que se celebraban en la iglesia, pero sin invitados, y sin toda la parafernalia de vestidos e invitaciones.





    Estas se celebraban sobre todo entre contrayentes que alguno de ellos guardaba luto más o menos reciente.
   Habéis podido comprobar la diferencia entre las fotos de aquella época, y el aspecto de la Nava de Abajo en la actualidad.-




    El paso de los años también se aprecia en nuestro entorno urbano. Nuestras calles y edificios, no son los mismos que entonces, ni tienen el mismo aspecto. Diversas actuaciones urbanísticas, todas ellas privadas, menos el asfaltado, les han dado una imagen totalmente distinta. Tan extraño resultará para nosotros esa imagen del pasado como para quienes vivieron entonces su aspecto actual.





      Las familias de los pueblos en el pasado eran mucho más numerosas que ahora. Se le daba mucha importancia a la reproducción y a la fertilidad pues a mayor cantidad de hijos, más mano de obra había para sacar adelante a la familia trabajando el campo. También se tenían muchos hijos porque las mujeres embarazadas estaban muy bien vistas en la sociedad mientras que los solterones y solteronas no.





      Esto es fácil de entender pues la reproducción y la descendencia eran uno de los objetivos fundamentales de estas sociedades rurales.





      Y para despedir, solo reiterar el recuerdo de los sentimientos que para los que vivimos aquella época nos trae la gastronomía de los banquetes de las bodas de antaño, preparada sobre todos por los familiares de los contrayentes, con la abundancia de dulces, magdalenas, mantecaos, galletas, torrijas, etc.





     Y todo “regao”, con el vino y la cuerva.- Que mejor despedida..............

     Espero que podáis disfrutar de alguna cara conocida en ala fotos recopiladas de nuestro entorno de la época, no por lejana, menos añorada.-


Un saludo…..































































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