ESTAMPAS DE MI PUEBLO

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lunes, 22 de septiembre de 2014

LA CALLE DE “EL PERCHEL”

    Con fecha 20-11-2009, dentro del apartado que llamaba “Semblantes de AYER Y HOY”, publiqué un artículo denominado “La Placeta del Pozo Rubio”, que era el primero de una serie que debe recorrer todas y cada una de las calles de nuestra querida Nava de Abajo.

   Hoy le toca a otro “símbolo” de la Nava de antes, que es:

LA CALLE DE  “EL PERCHEL”



    Era una calle corta que conducía desde la placeta del “pozo-rubio” hasta la confluencia de la calle Mayor (también llamada “la otra calle”),  y la calle de la Noria, desde la que se accedía por la calle de las Eras hasta el barrio de las “Casas de Arriba”, se iniciaba desde la tienda de “Juan-Manuel” y terminaba en la tienda de “Ubaldo”.-



      En su comienzo, después de la tienda, a la derecha, se localizaba la casa de “El Porro”.- Era una casa grande, que formaba chaflán con el “Callejón del Alpargatero”, una callejuela muy estrecha que iniciándose en el “Perchel” y doblando en codo, acababa en la parte posterior de la casa de “Pernales”.- La casa del Porro, tenía una portadas grandes, que permitían la entrada de carros y animales, y a derecha una puerta de dos hojas que daba a la vivienda en sí.- En la parte de arriba tenía dos ventanas con habitaciones al “Perchel” y con cámaras para almacenaje de cereales en la parte interior.- El “Porro” era un hombre de complexión media, con nariz aguileña, y con las cejas extremadamente pobladas. Usaba gorra con visera, ligeramente inclinada hacia delante, dejando casi ocultos los ojos.- Estaba casado con la “Avelina”, no muy alta y regordeta.- Peinaba moño a la nuca, de bastante consideración.- Tuvieron tres hijas: a saber. La “Consuelo” que se casó con Julio el de “Bernardete”.- La “Lola”, que se caso con un muchacho alto de Albacete.- Y la “Fina”, que también se caso con un tal Pepe, de Albacete.- Estas chicas que si bien ayudaban a su padre en las labores del campo, poseían cierto grado cultural, y buen porte- La verdad es que eran verdaderamente “delicadas”.- Hay un pasaje que no puedo pasar por alto y que es el siguiente:


    “Por aquella época, había sido destinada en la Nava, una maestra de escuela, joven, soltera, -con los ojos muy pequeños-, decían de “pitiminí”, y que se llamaba Doña Amparo.- La susodicha maestra estaba hospedada en la casa del “Porro”.- Esta tenía un hermano también soltero, alto, espigado, con el pelo muy ondulado, joven, apuesto, y que pretendía ser torero –la verdad es que más tarde lo consiguió llegando a ser matador de toros de cierto renombre, pasando en la Nava temporadas con su hermana, que dicho sea de paso también se caso en el pueblo, con un hijo de Doña  Teresa, el “Toño”.- Pues el mencionado hermano, de nombre “Emilio Redondo”, se entrenaba a diario en el corral que el “Porro” tenia pegando a la carretera, toreando de salón con el capote y la muleta.- Como es lógico, este individuo, por su planta y por su oficio artístico era el colmo de las aspiraciones amorosas de la mayoría de chicas casaderas de la Nava, y cuando así se lo manifestaba la gente al “Porro” en tono jocoso, en la tertulia dominguera del casino, jugando al truque, siempre contestaba de una manera graciosa, siguiendo la broma– ¡El “Reondo” es “pa” mi Lola! ¡”Sacabao”! ” .-


         A continuación, siguiendo por la “Callejón”, en el mismo vértice, estaba la casa de “Manolo el Alpargatero”, que daba nombre al referido callejón.- Manolo era un hombre ya mayor, que estaba cojo,  -con un pié deforme a partir de la rodilla-, que usaba una garabata estilo pirata –un palo recto, con un pequeño traversal en la parte superior forrado de paño y en la parte de abajo una cuña de goma.- Manolo estaba casado con la “Leónidas”, mujer discreta, “bajota”, y con toquilla de lana fina.- Entre ambos regentaban un pequeño negocio de comestibles en la planta baja, en la habitación que daba a la calle a través de una puerta de doble hoja.-En dicho negocio, además de despachar los elementales productos de ultramarinos y frutas, servían vino al por menor, y copas de coñac y anís.- Por tal motivo este negocio era una mezcla de comercio y bar.-



        También había una vivienda en la cual vivieron el “Picón” y su mujer “La Milagros”, que ocupaban en muy pequeño espacio lo suficiente para albergar al matrimonio y cuatro o cinco hijos.-


      
       En el referido Callejón ya no había más casas, a excepción de la parte trasera de la vivienda de “Pernales” de quien hablaremos más tarde, por lo que debemos volver al “Perchel”, encontrándonos en el chaflán frente al “Porro” la casa de “Atanasio el Pregonero”.- Este sujeto es quien realizaba la función pública de hacer  llegar a todos los vecinos los recados municipales y los acontecimientos de toda índole –llámense comerciales, lúdicos o sociales- de la manera más sencilla, es decir a voces por las esquinas.- Estaba casado con la “Leonarda”, y tuvieron un hijo “Fidel” que se casó con la “Candida” y eran los usuarios de esta vivienda cuando ambos faltaron.-



          Lindando a esta, en la misma acera, venían dos casas pequeñas, la primera era del “Chulo” el Viejo, que estaba casado con la Juana, y eran los progenitores de la “Chula de Pericales” y de la “Esperanza de la Juana”, la mujer de Andorra.- Y la segunda que era la casa de “Patarra”, hermano del “Moreno” el de la “Madalena”.- Este “Patarra”, era un hombre mayor, alto como su hermano pero mucho más delgado., con una gorra de fieltro negra y mugrienta y con una blusa negra que le llegaba más debajo de las rodillas.- De estado soltero a pesar de sus cincuenta y tantos años, no se llevaba bien con el agua, desconocía lo que era el jabón, y siempre llevaba la misma ropa por lo que el “perfume” corporal estaba asegurado.- Tenía sus tierras y trabajaba además como jornalero, razón por la cual no le faltaría para comer, pero siempre le gustaba de pegar la gorra a cualquier persona que se ponía a tiro.- Su “jugada” preferida era la de esperar a la hora de comer para presentarse en casa de familiares o amigos, a los que sorprendía en plena “faena”, tomando asiento sin que nadie se lo ofreciese.- Luego finalmente se casó con una mujer de una aldea cercana, trasladándose a vivir fuera.

  
   Estas dos casas pequeñas fueron compradas posteriormente por “Pernales” y derribadas las mismas construyó sobre el solar una casa nueva.- Esta era amplia, con una puerta de doble hoja de acceso y dos ventanas grandes a los lados: una daba luz a la barbería y la otra hacia las veces de despacho de  asuntos varios.

     “Pernales” era barbero, practicante, agente de seguros, farmacéutico, empresario y comisionista en la recogida y venta de esparto, agricultor, mediador en conflictos, cobrador de igualas del médico, y otras muchas más que no relato por riesgo de ser pesado.- Estaba casado con la “Valentina”, una mujer alta, mimbreña, que debió ser muy guapa de joven.- No era de mucho hablar, y a pesar de tener carácter yo siempre la recuerdo con una sonrisa en el rostro, además les puedo asegurar que no habrá nacido mujer más buena, honrada y noble que ella.-



    Era prima hermana de mi padre, y no puedo resistir la emoción al recordarla pues era extremadamente querida en mi casa.-

    Tuvieron varios hijos.- La Lola, que fué mi madrina, y que se casó con “Parejo”.-


   Tomas” el varón mayor, que murió muy joven, y que era quien atendía en la barbería.- El “Ñoño”, tosco y un poco  arisco, que se dedicaba gustoso a la labores agrícolas.- 


   “La Yayo” otra mujer, segunda de la familia, que se casaría con Esteban, de la Roda, y se fueron a vivir a la provincia de Tarragona.-


   El “Amerete”, otro “amigo” que necesita varios folios para retratarlo, pero solo diremos que se dedicó estudiar, iniciando el bachiller, la carrera eclesiástica, el magisterio, etc.. Lo cierto es que estaba dotado de una manifiesta inteligencia natural, siendo además famoso por su sentido del humor, los chascarrillos populares, y su ironía sarcástica.- Y por último “Ferna”, trabajador y afanoso donde los haya, desde muy joven se dedicó a ayudar a la familia en todos los quehaceres, la barbería donde llegó a ser un gran peluquero en Albacete, colocándose en el Hospital, laborando además en otros menesteres como autónomo;  (tengo que decir es que lo quiero como a un hermano).-

   

          Lindando a esta, venia la casa de “José el de Federin”, una casa pequeña, con una puerta de hoja partida, por donde a través del pasillo entraba la burra hasta la parte interior en donde estaba el corral y las cuadras.-  A la derecha de ese este pasillo se accedía a la vivienda en sí y a una escalera que subía a las cámaras.- Estaba casado con la María, una mujer de tez clara, regordeta, con los pelos que recogía en un moño siempre.- Tenían tres hijos: José, Amadeo, y la “Muda”, que era más bien bajita, de facciones agradables, ojos expresivos y eso sí más lista que el hambre.- Estaba siempre en la calle y a pasar de ser sordomuda era muy querida por la gente.-



        Continuando por la misma acera a continuación llegábamos a la casa de “Emilio el de Menas”.- Era una casa de tipo mediano con puerta de acceso, venta y puerta del pasillo al interior, con planta alta para cámaras.- Era Emilio un hombre más bien bajo, con gorra de visera pero al estilo amplio, como casi de plato.- Fumaba y llevaba permanentemente el cigarro en la boca.- No solía llevar blusa.- Estaba casado en segundas nupcias con la “María de Menas”, más alta que él, con moño y buena planta.- En cuanto a la descendencia, Emilio aportó un hijo de su matrimonio anterior que se llamaba Manolo.- Luego con la María, tuvo varios hijos: La “Rosica”, bastante apañada por cierto; la “Marieta”, que trabajaba de oficiala en la sastrería del “Tábano”( mi padre),  La Encarna, que murió joven; Pedrín, Valentín y Antonio, todos varones y bastante parecidos, y que siguieron la tradición del trabajo  en la albañilería.- 


        A continuación de esta casa venía un edificio grande de dos planta, con al menos quince metros e fachada y que ha tenido varios destinos a lo largo del tiempo.- Empezaremos diciendo que de lo primero que tengo noticias es que cuando tenía una sola planta esta albergaba el primer casino instalado en la Nava.- Era el casino de “José el del Casino” –que paradoja-  . Hijo de “Eusebio” un mayordomo que tenia Don Mateo Sánchez el cacique por excelencia de la Nava, y tenía un hermano, Paco, que emigró a Argentina.- También tenía otra hermana “La Justa” que se casó con “Fabri”.- En este local desde principios de los años veinte se venían celebrando los bailes por San Pascual, los dedicados a la “roseras” en la época de recolección del azafrán, en las Navidades, fiestas señalada y en las celebraciones de bodas o similares.- Mientras tanto, a diario, se jugaba al truque en meses con pies de hierro y placas de mármol.- Era un bar que daría gusto ver ahora con sus luces de carburo y densa humareda de tabaco y sudor.-


      Más tarde construyeron en la planta superior otro local con la misma superficie que la de abajo, al cual se accedía por una escalera empinada, y que fue también dedicado a Bar, por que el de abajo ya se había cerrado.- Este bar era explotado por “Paren”, un individuo chaparrote, con la cabeza gorda y boina, que lucía permanentemente la colilla del cigarro medio apagada, barba de varios días y que era ayudado por su mujer la Margarita.-  También tuvo su época de cierto apogeo, lo único que pasa es que ya no se celebraban ahí los bailes, pues se había abierto el salón de “Indalecio”, (enfrente) y era este el que tenía la exclusiva.- La parte de abajo, una vez cerrado el bar de José, fue adquirida por “Ubaldo”, el cual la dedicó a almacén de la tienda de ultramarinos, tejidos e hilados, que tenía enfrente.-


      Justo en esta parte de la calle, entre esta casa y la tienda de Ubaldo, era el sitio o parada del autobús de línea (La Requenense), algo que no podíamos olvidas los más jóvenes que solíamos acudir en busca de alguna novedad.


          Después de este edificio ya venía la casa de “Florián” y la “Saturna” deformativo de Saturnina,.- Constaba de dos partes, la primera estaba dedicada al despacho de tabacos (-a la “Saturna” se la conocía como la “Estanquera”) y más tarde también se repartía pan, queso y leche provenientes de la ayuda social en los años del hambre (Cáritas) .- Y la parte siguiente ya en chaflán del recodo que finalizaba la calle era dedicado a la casa familiar.- Además del matrimonio, vivía con ellos una hermana de “Saturna”, que era la “Angelina” conocida por el lector al ser ya referida anteriormente.- Aparte, Florián y su mujer tuvieron dos hijos: La “Josefina” y Joaquín , un buen muchacho que se casó con la Teresa de “Bernardete” y se fueron a vivir a Albacete.-
  


    Aparte, Florián y su mujer tuvieron dos hijos: La “Josefina” y Joaquín , un buen muchacho que se casó con la Teresa de “Bernardete” y se fueron a vivir a Albacete.-


        Después de haber doblado la esquina de la Saturna, la primera casa que nos encontrábamos era la de “Manuel el de la Clotilde”, hombre orondo más que gordo, con la cara redonda, fumador empedernido, muy buena, buena, buena persona.- Era socio de “Pernales en las contratas de recogida y venta de esparto”.- Estaba casado con la “Plasedes de Manuel”, una mujer alta y fina, bastante apañada.- Tuvieron un solo descendiente, su nombre: José, su mote “El Tieso”.-


      Detrás de esta, ya aparecía la Tienda de “Cara-Ancha”.- Regida por el susodicho.- Era una casa pequeña, con una parte raquítica dedicada al despacho y la parte de la derecha a vivienda.- El amigo “Cara-ancha” hacia justicia a su apodo. Era cabezón, pero lo que más prominente era su cara, más gorda que un pan de los “Pocicos”.- Buena persona, simpático y algo bromista.- Estaba casado con la “Filomena”.- No tuvieron hijos.-

        A continuación de esta venía la casa de la “Adela” de Donato, mujer de enorme humanidad, y no tiene doble sentido esta afirmación.- La cara gorda, el pelo blanco.- Esta casa era grande, con vestíbulo de entrada y dos habitaciones grandes una a cada lado y con ventanas a la calle. Dentro tenía varias estancia y arriba habitaciones y cámaras.- La “Adela” solo tenía un hijo Indalecio, y otra llamada “Manola” que se casó con Juan Manuel el de la tienda, pero murió recién casada.- Se casó con “Rión” que murió joven.- Le gustaba recibir visitas (mi padre y yo podemos contarnos entre ellas), para hablar y “cotillear”.-


         Con la casa de la Adela, se acababa la acera de la derecha, por lo que cruzado enfrente, había dos o tres casas muy grandes, pertenecientes a familias adineradas, entre ellas, la primera la de Doña Lola, señora viuda de Don Aurelio Alcántara, con mucho porte, que tenía una hija muy guapa, llamada Maria-Rosa, y además recuerdo a sus nietas Maria-Rosa, Natalia y a su nieto Aurelio.- Después esta la casa del “señorito” Don Amaro del Castillo, alto muy alto y delgado, casi siempre vestido al estilo colonial, estaba casado con una señora morena, regordota, que se llamaba Doña Carmen,  y que tenían tres hijos, uno varón que se llamaba Manolo, y las dos hijas, Mari-Carmen y Sagrario.- Descendían de Hellín y pasaban medio año en la Nava, desde la primavera al otoño.-  Después venia la casa de “Herminio” un hombre que vivía la mitad del tiempo en Pozo-Hondo donde tenía también propiedades, y que era hermano de Julián, propietario que viene a continuación; estaba viudo y no tenía descendencia.- Y por último enfrente justo de la Adela, y haciendo chaflán con la calle de las Eras, estaba la casa de Julián, un hombre no muy alto, que también usaba blusa que tenía bastantes propiedades.- Estaba casado con la “Carmenceta”, apodada así por su corta estatura y escasa corpulencia, y tenían una hija, Rosario, que se casó con Julián Mora, el veterinario de Peñas de San Pedro.-


    Luego, había que cruzar la calle de las Eras, para encontrarnos con la casa de “Fabri”, que ya nombramos de pasada anteriormente.- Estaba casado con la Justa.- Descendía de “El Salobral” y tuvieron bastante descendencia.- Una hija, Isabel, que se caso con uno del “Berrolo”, la Fuencisla que se caso con “Chicharra”, la “Lola” que emigró y se caso en Elda, y José, el único varón.-

       A continuación venia la casa de las “Hermanas Cócoles”, las tres solteras y muy beatas, que se llamaban Cleofé, Antonina y Crescencia.- La casa era muy amplia, con bastante facha, y las tres tenían bastante propiedades agrícolas.- Mantenía excelentes relaciones con el cura Párroco, y eran asiduas a los oficios religiosos.-


       Colindante estaba la casa de la “Juan-Juliana”, que estaba casada con Rafael el de Fusiles, y que tenía tres cuatro hijos, Vicedo el hijo varón, Avelina, la mayor, que murió soltera y muy joven, la Benicia que se casó con un hijo de Luís el de Telares, y la Anita, que se marchó para Valencia y allí se casó.-

       Venía después una casa pequeña en la que vivía la “Crescencia de Vicilio”, viuda, con varios hijos, entre los que solo recuerdo a la “Piocha” y a Juan, uno muy “burraco” que estaba de mulero casa de Julián.- Justo al lado estaba la casa de la “Pitera”, una mujer alta, delgada, viuda, que tuvo varios hijos, Manuel el “Pitero” que se casó con la “Chiquiteta”, el “Ruso”, rubio y que alternaba la agricultura con la albañilería, y el “Eulogio”.-



       Por último estaba una casa también muy pequeña, en la que vivía “Jose Guebo”, el “barbero”, que estaba casado con la “Teresuca”, y que tuvieron varios hijos, de cuyos nombres ahora mismo no me acuerdo.-


       Ahí en ese tramo vamos a dividir esta zona con la calle Mayor, que describiré en el siguiente capitulo.- Por lo tanto tenemos que cruzar la acera y volver en dirección al principio, encontrándonos en el chaflán a la tienda de “Ubaldo”, con el local con acceso por la misma esquina y a continuación la casa particular.- Estaba casado con la “Josefa” , y tuvieron varios hijos.- El único varón Antonio, que se casó con Doña Josefina, la maestra de escuela, luego eran cuatro hembras, la María, la “Fina”, que se casó con un hijo de Apolonio, de Peñas de San Pedro y allí se fue a vivir, la “Lucre” que se casó con un hijo de “Pajillas”, y la “Mati”, alta y morena, que se caso  en Murcia.-

       Después, siguiendo por la acera, venia la casa de “Froilán”, un hombre bajo de estatura y muy serio, que estaba casado con la “Carmenceta”, y eran padres de “Joaquinete el Aperaor”, y de la Consuelo, que se caso con Ventura, y vivían en las Casas de Arriba.-

      
       Inmediatamente estaba la casa de “Dominguin”, alto y enjuto de cara él, casado con la “Avelina”, una mujer siempre negro, discreta, y con la piel muy blanca.- Tuvieron un hijo varón apodado “Tarina”, un poco ligero de “cascos”, y dos hijas, la Carolina, que se casó con “Chulletas”, y la “Rosica”, que murió muy joven, con diecinueve años, muy apañada, que era novia del “Aguelete”.-


       Por último, y antes de llegar a la casa de “Pepe el Carnicero”, estaba la casa de “Chulletas”, que era una parte, bastante pequeña dedicada a tienda de “comestibles”, y el resto a vivienda.- El dueño era hermano de “Pericales”, bajo de estatura, delgado, con un bigotillo fino y recortado, y le gustaba ir al casino y jugar al dominó.- A pesar de que su mujer murió joven tuvieron tres hijos, un varón de nombre “Juanjo” y dos hijas, la “Mari” y la “Ita”.-



      Ahí prácticamente terminaba “El Perchel, pues si bien la casa de “La Ramona y Pepe el Carnicero” estaba en el chaflán, esta ya fue descrita en la Placeta del Pozo Rubio.-




     Se que muchas cosas no se han hecho constar, pero tengan la seguridad de no haber sido a propósito.- He querido darle agilidad al relato, pero la verdad es que cada una de las casas descritas tienen historia para un libro entero.-


     Un abrazo, pido perdones a quien corresponda, y expreso mi más inmenso cariño a la Nava de nuestra infancia.-
















sábado, 13 de septiembre de 2014

Historias de novios y bodas de antes. “La Navabajo”



Historias de novios y bodas de antes

“La Navabajo”

 

    Hace veinticinco o treinta años que María Rosa Candel Tárraga y otros compañeros suyos participantes del Seminario de Etnología y Folklore de la Universidad Popular de Albacete, realizaron un estudio sociológico cuyo objeto era conocer las costumbres, ritos y tradiciones de principios del siglo XX en torno al prenoviazgo, noviez y boda en la provincia de Albacete.

   Se realizaron encuestas y entrevistas directas en muchos pueblos, entre ellos en nuestra querida Nava de Abajo.

   Bien, pues este trabajo, de extraordinario científico e histórico, me ha servido como base para fundirlo con recuerdos y leyendas por mi conocidas y rememoradas. Su resultado voy darlo a conocer todos mis convecinos y coetáneos.

  Antes de entrar en detalles es conveniente pediros un importante ejercicio imaginativo y así poder situarnos en los momentos en los que se pudieron desarrollar los hechos que se narran.

Prenoviazgo


      La Nava de Abajo, en la primera mitad del siglo XX, era una aldea, más o menos de cien familias, casi todos dedicados a la agricultura, y según mis notas, a pesar de existir tres o cuatro terratenientes que lideraban la oligarquía, sobre todo en las aldeas o caseríos de los alrededores, Las Judarras,( divididas en tres Grupos, y con familias muy conocidas en la zona –Los Parrancanos, los Peruses, Ventiscas, Juan Francisco, Emiliano, etc. etc…, la Garganta, el Pozo-La Higuera , el Rincón del Moro, El Carrascal, La Casa de la Niña, el Rinconcico, y muchos más que no enumero por abreviar.



    Estos denominados “Señoritos”, ( D.Mateo Sánchez, Don Francisco Rengel, Don Amaro del Castillo, los Aquilares, Don Mario Huerta, etc.), solían dar tierras a “rento”, además de puestos de trabajo fijos, como muleros, pastores, gorrineros…., Otro de los atractivos de aquella época, es que alguno de ellos, con sus familias, solían pasar el verano en las casa solariegas que tenían en la Nava, o en las fincas de las que eran propietarios.




    Bien todo ello, aumentado por una buena distribución de la pequeña propiedad, muy repartida en los aledaños del pueblo, permitía que la mayoría de sus habitantes cumplieran con lo sustancialmente necesario para no pasar “calamidades”, eso sí, con las correspondientes dificultades y sacrificios.

    Así en los años cincuenta, justo antes de iniciarse el periodo de la emigración (nacional), a las zonas de Levante, Baleares y Cataluña, en la Nava se llegó a superar la cifra de 2.ooo habitantes, con un repleto conglomerado de familias, que daba luz y color e la vida rural y a la convivencia vecinal. Ya a partir de los sesenta comienza a despoblarse por el exilio voluntario en busca de mejores condiciones de subsistencia.-





    Ahí es donde empieza, más o menos mi relato, con el antes denominado: Prenoviazgo.- En esta fase las “pretendidas”, (las solicitadas), adoptaban un papel pasivo, era el hombre quién iniciaba la ronda, la moza no podía tomar la iniciativa. Él cortejaba y rondaba a la moza con el fin de entablar relaciones. Ella se limitaba a sonreír o a cruzar miradas, en todo caso o incluso reaccionando de forma hostil ante las insinuaciones. Para ella era muy importante mostrarse inexpugnable con el fin de que el mozo pensara que no era mujer “fácil” y de esta manera acrecentar el interés, Si quería conquistarla tenía que emplearse a fondo.




      En Albacete, donde yo viví mis dieciocho, se paseaba por calle Ancha (antiguamente El Val General), cada sexo por una acera de la calle y algunos deseando que la calle terminara para, al dar la vuelta, poder saludar a la moza elegida; algunas mirando de reojo al chico que les gustaba cuando se cruzaban con él. Esta fase era más o menos larga, dependiendo del arrojo del chico para acercarse a la chica. 

    Los piropos, frases dirigidas a alabar a las mozas, eran corrientes en aquella época, helos aquí: 

    “Tienes una cara que parece una manzanita sanjuanera”

    Decía el mozo:¡Fea! y respondía la moza: un guapo me desea y un tonto como tú no me torea.




      
     En los pueblos era la “mandaera”, que era una especie de Celestina o “alcahueta” pagada por el novio, quien concertaba las citas. Me viene a la memoria el caso de una conocida mía cuyo nombre no voy a publicar por motivos obvios, que tras ser “pretendida” en un baile de Navidad por un buen mozo del pueblo, al ser acompañada hasta la puerta de su casa, justo en la esquina anterior, se desarrolla entre ellos el siguiente diálogo:

- Bueno (le dice el mozo), entonces ¿Qué contestas a mi proposición?.-

- Ella, despacio y en voz baja responde: la verdad es que tengo de meditarlo y consultarlo con la almohada.

- Entonces, el mozo, de forma contundente le indica: Pues ná, con lo que pienses me mandas a decir con tu “hermanico”

      Hasta ese punto se usa el “mandaero”.-



     Otras veces, el mozo cortaba una porra (trozo de madera) y al atardecer la dejaba en la puerta de la casa de la moza que pretendía, diciendo:-porra en casa, ¿casa o no casa? Si ella lo quería recogía la porra y la pasaba dentro, sino a la mañana siguiente era él quien retiraba la porra.

     También el muchacho tiraba una panocha (mazorca de maíz) en la entrada de la casa de la moza y decía:- ¿zuro dentro o zuro fuera?El mozo daba el primer paso y la moza le facilitaba el camino o no, ambos actuaban de manera simbólica.En este pueblo se decía que el mozo quería “cavarle las habas” a la moza cuando la pretendía.




      Estas dos maneras de cortejar, tienen que ver con la ostentación de la virilidad y como consecuencia de la fecundidad del varón por medio de la utilización de un símbolo fálico.

     Sólo las mujeres de buena posición podían ser rondadas en la ventana:

Quítate de la ventana 

No me seas ventanera 

Que de las que hay en ventana 

De ciento sale una buena



   
     Las mozas, una vez que habían acabado las tareas de la casa, se arreglaban e iban a por agua al pozo Rubio de la placeta. El trayecto era aprovechado por los mozos para rondarlas, se iniciaba el galanteo y ellos las acompañaban hasta la puerta de la casa; si al llegar la moza regaba la puerta era que aceptaba ser rondada ya que de esta forma tenía una excusa para volver a por más agua. 

    Los trabajos agrícolas ofrecían posibilidades de encuentro entre ambos sexos: siega, vendimia, la recogida y monda de la rosa del azafrán, el maíz…eran ocasiones de intercambios más abiertos y descarados, potenciados por los mayores que se divertían a su costa contando chistes, adivinanzas, cuentos… utilizando en todo ello un lenguaje picante.

 


El “efarfolle”, acto de quitar las hojas o farfolla a las “panochas” (mazorcas), era ocasión para realizar algunas prácticas como: si el mozo encontraba un grano rojo podía pellizcar a la moza que quisiera. Si encontraba uno negro podía besarla. Existía, por tanto, una relación entre el color de los granos y las manifestaciones afectivas, estableciéndose un juego que inocente o “picante” daba lugar al enamoramiento.


                      

    Primero pelando cebolla para el “zafranar”, y luego en otoño para la “rosa”, también era costumbre que los mozos visitaran a las “roseras” (jóvenes contratadas temporalmente para mondar y elaborar el azafrán (oro de la mancha), y ayudarles cada cual a su más o menos elegida, 


en lo que se denominaba “hacerle una panza“ (o lo que es lo mismo aumentarle el montón de su plato).- Ah, no olvidemos que estaba permitido echar cuentos y chistes, cuanto más atrevidos, mejor.




     Todo esto, amenizaba las tareas agrícolas, que casi siempre terminaban en baile. 


        


    Las fiestas patronales, cruces de mayo, bodas y jiras (excursiones con merienda en el campo) representaban otra forma de acercamiento ya que, generalmente, solían acabar con baile y serenata.

   Allá va una:
Tranquila duerme la aldea 

Bajo la luz de la luna 

Que a todos soñar nos hace 

Con amor y con fortuna. 

Porque me hace recordar 

Tiempos que fueron de amar 

Que no volveré a sentir. 

Por eso mi corazón, 

Al escuchar la canción 

Se desprende del sufrir. 

¡Ay Colombina, Colombina! 

Niña gentil de ojos de cielo 

Debes en guardia colocarte 

Pues pueden darte cualquier camelo. 

Entre mis brazos al arrullo 

De mi cantar embriagador 

Te haré sentir las venturosas 

Horas de sueño, que da el amor. 

Un joven enmascarado 

Viene a lograr tus favores 

Cantando su serenata 

Ante mi reja de flores 

Y gracias al antifaz 

No es posible averiguar 

Hasta que no llegue el fin 

Si el hombre que jura amor 

Es Pierrot o es Arlequín. 

¡Ay Colombina, Colombina! 

Recuerda el tiempo que pasaron 

En tu ventana esas canciones, 

Llenas de amores también sonaron. 

Deja la pena, ríe alegre 

Mi serenata al escuchar 

Abre tu reja y recordemos 

Tiempos felices, horas de amar. 



    La noche de San Juan, noche mágica por excelencia, era aprovechada por las muchachas para adivinar el nombre del que iba a ser su marido.

                               



     Las mozas de Nava de Abajo, arrojaban siete “granicos” de trigo en la puerta de la casa, a la mañana siguiente salían a barrerlos y el nombre del primer hombre que las saludara sería el mismo que el de su futuro marido.

         

     Ponían, también, debajo de la almohada un haba con siete “granicos” con el fin de soñar con el que sería su novio. Otra costumbre era que las mozas se colocaban desnudas delante de un espejo, iluminadas tan sólo por la luz de una vela; si se reflejaban en él vestidas de novia es que se casarían y si veían un ataúd es que morirían antes de casarse.

                    


      En muchos pueblos, en esta noche, los mozos recorrían el pueblo escribiendo coplas y rimas en las fachadas de sus pretendidas:

Te voy escribiendo a oscuras 

Yo no sé cómo saldrá 

Para decirte ¡Te quiero! 

No hace falta claridad. 

Eché a rodar un limón, 

En tu puerta se paró 

Hasta los limones saben 

Que nos queremos tú y yo. 

Desde que te vi, morena, 

Estoy perdiendo las carnes 

Porque tienes unos ojos 

Como la Virgen del Carmen. 


    A las más ariscas les ponían huesos de animales muertos, pero si la moza tenía novio, él mismo vigilaba durante la noche para que no se los colgaran.

Noviazgo

     La fase del noviazgo era el periodo más o menos largo en el que iban preparando la boda. La duración de este periodo dependía de la situación económica, social y familiar pero también de otras cuestiones, como de que el novio hubiera terminado la mili, ya que hasta que el novio no estaba “licenciado” no se casaban.

                         

      El novio pedía “paso” o pedía la “entrada” a los padres de la novia y, de esta manera, podía permanecer en la casa; aunque siempre acompañados por algún familiar de la novia. Esta persona ejercía labores de vigilancia para evitar que el novio se “sobrepasase” con la novia.

                      

      En los distintos lugares se llamaba a esta persona: cesto o carabina. Durante el periodo de noviez, la novia no pasaba por delante de la puerta de la casa del novio, pareciese que le daba vergüenza que la viesen los suegros futuros.

                           


     Las manifestaciones eróticas eran mal vistas por la sociedad. La virginidad era lo más valorado de las mujeres, había que conservarla hasta el matrimonio y la mujer debía luchar contra los ímpetus amorosos de su novio y contra su propio deseo. De todas maneras sabían burlan la vigilancia con mucho ingenio para poder permitirse algún desliz.

                             

¿Te acuerdas cuando me dabas

Caramelos con los labios?

Y yo como era celoso

Me los comí sin reparos.

Por un besito ni dos,

Echa penitencia el cura

Pero pasando de dos:

La penitencia es segura.

Por un besito ni dos,

Ni tres, ni cuatro, ni ciento,

Las damas no pierden nada

Y el galán se va contento.



   Esta última copla más atrevida da a entender que sólo los hombres disfrutaban con las manifestaciones eróticas. No hubiera sido decente que la mujer sintiese placer.

                           

     La novia estaba preparada para el matrimonio si era hacendosa y limpia, eran las tareas que después tendría que desarrollar durante toda su vida. Además de las tareas del campo, debía saber preparar alimentos: hacer conservas, arreglar olivas y otros alimentos, hacer pan… hacer labores como bordar, coser, hacer jerséis…y aún así…



Llevas tu ropica al río

Todos los días a lavar

¿Eres muy puerca o muy limpia?

Eso me da que pensar.


       En esta fase tan cercana a la boda, la mujer preparaba “el ajuar” que llevaba confeccionando durante mucho tiempo, desde que era prácticamente una niña. El ajuar dependía de la situación económica de la familia pero no importaba hacer sacrificios para que la novia llevase; sábanas, enaguas, camisas, chambras, “tendios “ (telas de lana para cubrir los tableros del pan)…

                        

     El novio generalmente llevaba de ajuar: camisas, calzones, pelliza, capote…Al hombre se le pedía que fuera trabajador y no tuviera vicios, aunque si los tenía la novia debía soportarlos con resignación, podía ser peor que rompiera relaciones porque podía quedar marcada para siempre con la duda de que la hubieran estrenado y pocos hombres se atrevían a mantener relaciones con una mujer que había tenido un novio antes que él.

      Si había oposición por parte de los padres de la novia, la encerraban y le pegaban. El novio tenía la opción de depositar a la moza en una casa de confianza durante tres meses, pagando los mantenimientos Transcurrido este tiempo se casaban o se “juntaban”.





     Si el novio era forastero debía pagar a los mozos del lugar, la “”patente” o “el piso”, esto era como compensación a haberse “llevado” una moza del lugar. Si no la pagaba podía ser arrojado al pilón del agua…De aquí se desprende el sesgo machista ya que consideraban las mozas casaderas como pertenecientes a los mozos del lugar, pero esto no es equiparable con las mozas, es decir, esta costumbre no se produce con las novias.

    La fase del noviazgo se cerraba con la “Pedimenta”. El novio y los padres de éste iban a la casa de la novia para pedir la mano y fijar todo lo relacionado con la boda: fecha, padrinos, dote…

                 

    La Pedimenta se realizaba el día que se hacia la primera amonestación (La iglesia católica publicaba que querían contraer matrimonio por si alguien conocía algún impedimento).En esta fiesta las familias se intercambiaban regalos y a la novia le echaban monedas en el “halda”.

    Las amonestaciones eran tres, se decían en tres días de precepto consecutivos; y las decía el cura si los novios eran de clase social más elevada o el sacristán desde el coro, si los novios eran de clase más baja.

                 


     En algunos lugares la novia no salía de su casa durante las amonestaciones. Los novios así como los familiares no escuchaban las amonestaciones porque podía traer mala suerte.

                              

    “La Hijuela” era el escrito donde se reflejaba lo que los padres daban a sus hijos en el momento de casarse. Entre los bienes estaban muebles, aperos de labranza…En nuestra provincia los novios aportaban la alcoba, generalmente, y las novias lo referente a la cocina y la ropa de casa.

Boda


     El día anterior a la boda, si el novio pertenecía a familia pudiente, invitaba en el “Casino” a todos sus amigos a una buena cuerva, con melocotón, manzana y garbanzos “torraos”, fiesta que terminaba cuando todos estaban completamente borrachos.



     La ceremonia de la boda comenzaba, cuando la familia del novio, y este con todos sus invitados, iba a la casa de la novia, en la que ya se encontraban su cortejo, y posteriormente toda la comitiva, encabezada por la contrayente y su padrino (generalmente su padre), seguida por el novio y su madrina (también generalmente su madre) se dirigía a la iglesia.




    Con respecto al color del traje de la novia, durante mucho tiempo se alternó el color blanco con el negro. Una misma familia que tenía varias hijas, y unas se casaron con traje blanco y otras con negro, aunque nunca buscaban la explicación en los largos lutos que llevaban las mujeres.


                             


    En general, el traje que usaba el novio era negro y el de la novia era blanco. El vestido de la novia consistía en: traje negro, mantilla y peineta. Era un orgullo para la novia llevar el ramo ya que mostraba que su virginidad estaba intacta, y eso era muy importante de cara a la galería. Sin embargo esto no era importante en los hombres:El que la ha corrido de joven, no la corre de viejo,se decía


                        


    Pero nunca al contrario porque, incluso, cuando una mujer había tenido novio y había roto la relación era muy difícil para ésta volver a tener pareja, se sospechaba que no sería virgen y ya carecía de interés para los hombres.

    Una vez casados se celebraba una fiesta que duraba un día. Por supuesto no había fiesta sin comida y la primera consistía en chocolate con magdalenas, soletillas, bizcochos, churros… Después la comida de mediodía solía ser cordero, conejo gallina, sopa de boda… por la noche solían hacer guisado de carne, arroz con pollo….Todas las comidas eran acompañadas con vino de la tierra, cuerva zurracapote…

                   

    Terminaba la noche con baile. En las épocas más antiguas se danzaban seguidillas, manchegas, malagueñas, mazurcas, polcas, pasodobles…Aquí las novias más pudientes se habían quitado el traje de boda para ponerse el de “tornaboda”.

     En muchos pueblos la novia no podía hacer su cama en la noche de bodas ya que consideraban que traería mala suerte, la preparaba la madrina o las amigas.






    Era corriente que al hacerles la cama se les gastara alguna broma, en Valdeganga se les ponía campanillas y por la noche iban a escucharlas.

   Si uno de los contrayentes era viudo o viuda se les daba la “cencerrá”. fiesta sonora y hasta un punto “grosera”, que irritaba a los contrayentes, pero la cual soportaban encerrados en su casa y con las luces apagadas.-



 
   Tampoco podemos olvidar que las clases muy humildes, por carecer de medios renunciaban al boato de todas estas ceremonias, y realizaban su boda “juntándose” o “arrejuntándose”, acto al que daban publica notoriedad, y que era aceptado de buen agrado por todo el mundo.-

   También había bodas que se celebraban en la iglesia, pero sin invitados, y sin toda la parafernalia de vestidos e invitaciones.





    Estas se celebraban sobre todo entre contrayentes que alguno de ellos guardaba luto más o menos reciente.
   Habéis podido comprobar la diferencia entre las fotos de aquella época, y el aspecto de la Nava de Abajo en la actualidad.-




    El paso de los años también se aprecia en nuestro entorno urbano. Nuestras calles y edificios, no son los mismos que entonces, ni tienen el mismo aspecto. Diversas actuaciones urbanísticas, todas ellas privadas, menos el asfaltado, les han dado una imagen totalmente distinta. Tan extraño resultará para nosotros esa imagen del pasado como para quienes vivieron entonces su aspecto actual.





      Las familias de los pueblos en el pasado eran mucho más numerosas que ahora. Se le daba mucha importancia a la reproducción y a la fertilidad pues a mayor cantidad de hijos, más mano de obra había para sacar adelante a la familia trabajando el campo. También se tenían muchos hijos porque las mujeres embarazadas estaban muy bien vistas en la sociedad mientras que los solterones y solteronas no.





      Esto es fácil de entender pues la reproducción y la descendencia eran uno de los objetivos fundamentales de estas sociedades rurales.





      Y para despedir, solo reiterar el recuerdo de los sentimientos que para los que vivimos aquella época nos trae la gastronomía de los banquetes de las bodas de antaño, preparada sobre todos por los familiares de los contrayentes, con la abundancia de dulces, magdalenas, mantecaos, galletas, torrijas, etc.





     Y todo “regao”, con el vino y la cuerva.- Que mejor despedida..............

     Espero que podáis disfrutar de alguna cara conocida en ala fotos recopiladas de nuestro entorno de la época, no por lejana, menos añorada.-


Un saludo…..